Desde mis primeros años, me tocó ver a mi padre, pasearse por el corredor de la casa de campo donde vivíamos, muriendo del dolor de estómago, yo siempre cerca de él, veía como se encogía del dolor, y yo sin saber que hacer.
Cuando comenzaba su malestar, mi abuela decía, ya le viene el «ataque a la vesícula» y ese paseo doloroso, era eso, el famoso ataque, que claro, ahora cuando tengo más oportunidad de investigar, de leer, puedo saber que era un terrible espasmo que le venía, un Cólico Biliar, porque su hígado estaba colapsado, su vesícula seguramente estaba hasta el tope de grasas y cochinadas que comía.
Lo que siempre vi era que mi abuela, tomaba unas hojas de Boldo, y en un jarro de 1 lt le dejaba caer el agua recién hervida y le ponía una tapa por un ratito, luego comenzaba a enfriarlo como en 5 tazas y se las daba a tomar a mi papá en pequeños sorbos; porque no soportaba ni el agua su pobre estómago.
Generalmente, por no decir, todas las veces, luego de tomar el agüita calentita de boldo, comenzaba el proceso de sanación, vomitaba en forma violenta y gritaba como que le estuvieran sacando con un rastrillo, ese «algo» que le había caído mal y que lo dejó en esas penosas condiciones.
Después de tomarse la milagrosa agüita de boldo, él regresaba a sus quehaceres de campo y al otro día, como si nada, seguía su poco cuidadosa dieta y el asunto era hasta que nuevamente comía algo que le hacía mal y volvíamos al mismo punto, moribundo otra vez, hasta que lo salvaban mi abuela y su boldo.